Oh Ángel Santo de mi guarda, a cuya custodia y protección con admirable providencia me encomendó el Altísimo desde el primer instante de mi vida: yo te doy gracias, Santo Ángel mio, por el cuidado que has tenido de mí, por la compañía que me has hecho y por haberme librado de los peligros del alma y cuerpo; por tanto, a ti me encomiendo de nuevo, oh glorioso protector mío: defiendeme de mis enemigos visibles e invisibles, y ayudame con tus santas inspiraciones, para que siendo fiel a ellas, logre gozar de tu compañía en la patria celestial. Amén. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No te marches sin dejar tu comentario, gracias